Desafíos para la educación en el Perú
El Currículo Nacional de la Educación Básica se aprobó en el 2016 incorporando una serie de nuevos conceptos y alcances con relación al Diseño Curricular hasta ese entonces vigente. Si bien plantea un nuevo perfil para el egresado, así como estándares, competencias y desempeños a lograr, estamos en un cambio ya superado por países de mayor desarrollo educativo. Dos competencias son transversales: la competencia 28, “Se desenvuelve en entornos virtuales generados por las TIC”, y la competencia 29 “Gestiona su aprendizaje de manera autónoma”. Cuando se aprobó el Currículo Nacional se estableció que la competencia digital se desarrollará desde la educación inicial para niños de cinco años hasta el último de la secundaria; no como un área curricular, sino que debe incorporarse en actividades que se desarrollen en todas las áreas curriculares.
Las capacidades que los estudiantes deben adquirir hasta el sexto ciclo de la educación básica incluyen personalizar, gestionar de información e interactuar en entornos virtuales. Es en el sétimo ciclo -al final de la secundaria y no desde los primeros grados-, que se considera que los estudiantes deben crear objetos virtuales. Podrían usar diversas herramientas como scratch, robótica, xmind, infografías easel.ly, murales virtuales, cuentos interactivos, entre otros.
Ejecutar un currículo que supere las limitaciones del pasado y se coloque al tono de las nuevas polìticas curriculares, tiene un largo camino por recorrer; en especial,para lograr la integración de áreas pedagógicas y la simplificación curricular.Hay que promover más actividades que impliquen integrar contenidos de diversas áreas curriculares para facilitar la aplicación de metodologías como la enseñanza por proyectos, estudios de caso, STEM o STEAM que tienen la ventaja de lograr que los estudiantes adquieran aprendizajes asociados a la vida cotidiana. En segundo lugar, hay dar una mayor capacidad de decisiones a profesores que estén dispuestos a innovar y crear soluciones adecuadas al contexto en el que aprenden sus estudiantes. Tercero, debería replantearse la formación inicial y en servicio. Se olvida muchas veces que los profesores deben ser formados para las transformaciones significativas de trabajo que se les demanda hacer en las aulas y para el aprendizaje durante toda su vida. Los textos escolares deben estructurarse con un nuevo enfoque que tienda a integrar áreas, propiciar el desarrollo de proyectos integrales, fomentar la realización de experimentos y actividades diversas, resolver problemas conectados con la vida y la realidad local y promover el uso de herramientas informáticas.
La otra limitación está en la infraestructura y en no haber encontrado aún metodologías que ayuden a enfrentar el déficit de equipamiento que hay en la mayoría de las escuelas públicas para acercarse al logro de los estándares programados para las competencias, en especial, las relacionadas con las nuevas tecnologías. En un porcentaje muy significativo de escuelas el tiempo destinado a trabajar con tabletas o computadoras se reduce a treinta minutos o menos a la semana o cada quince días; en otro grupo de escuelas la disponibilidad de equipamiento digital no permite que los estudiantes de todos los grados accedan al mismo; por lo tanto, deben priorizar. Se olvida que una gran cantidad de hogares en el país dispone de teléfonos inteligentes conectados a internet y que pueden ayudar mucho a ampliar enormemente el tiempo de uso de la informática.
Una interrogante a resolver es ¿cuánto es el tiempo recomendable de empleo de los recursos digitales en las escuelas por parte de los alumnos? Definirlo es clave para fijar una estrategia de inversiones en recursos digitales, para plantearse estándares y desempeños realistas y para definir formas de trabajo de docentes y estudiantes en la adquisición de diversos tipos de aprendizaje.
Hay escuelas privadas ejecutan prácticas que convendría evaluar para su aplicación en escuelas públicas del medio urbano en donde se presenten las condiciones adecuadas en los hogares. Por ejemplo, aprovechar la metodología de aula invertida al ser consciente que el tiempo de estancia en las escuelas no alcanza para que los alumnos aprendan lo que necesitan. Ese tiempo en las escuelas debe utilizarse de la forma óptima y procurar que el aprendizaje se extienda al hogar y al entorno con potencial educativo. Los recursos tecnológicos aprovechables para el aprendizaje que hay en los hogares no son nada despreciables. La ENAHO del IV Trimestre del 2018 reveló que el 82% de los peruanos de seis y más años accede a la internet empleando el celular y que un 9.8% navega usando una cabina pública. Las estadísticas sobre TIC en los hogares correspondiente al I Trimestre del 2018 encontraron que 36% de ellos poseía al menos un computador.
Con la actual disponibilidad de equipamiento digital es poco probable conseguir los estándares y desempeños de aprendizaje programados en el Currículo Nacional. Lo aconsejable sería que el Ministerio de Educación explore la posibilidad de desarrollar metodologías de aprendizaje que se extiendan al hogar. No solo se ganaría en tiempo de aprendizaje, sino que bien encaminadas, estas metodologías permitirían que en las aulas las sesiones se dediquen la discusión y aplicación de los contenidos, trabajados preferentemente en casa. Formar profesores para ese propósito es un requisito.
Similares iniciativas creativas se necesitan para la enseñanza de las matemáticas, las ciencias, el arte y otras. Muchos aprendizajes no siempre requieren equipos sofisticados y costosos. Los recursos que hay en la comunidad pueden ser muy valiosos si son utilizados creativamente para realizar actividades, experimentos y proyectos que enriquezcan las bases empíricas que deben sustentar las nociones, conceptos y teorías del conocimiento humano.
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